Ayer

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Un abrigo con cuerpo de mujer se acerco a mi piel/ venía como los deseos de un suicida que quiere la vida/ sus labios vestían el color con el que se visten las gotas de lluvia/ sus cabellos son el hilo que teje la cura para el abandono al que le llego el final de la espera/ sus manos son el otoño que espera tímidamente en la copa un buen vino/ su voz son los discos que nunca he de escuchar y que muero por coleccionar/ un café adorno las miradas pero las lágrimas nunca en un hombre se podrán disimular/ no me interesa que los poemas que le recité se desvanezcan como una estrella fugaz/ el mar es muy grande y otros peces han de nadar/ ahora estoy fuera del agua/ perdí la inocencia y ella hizo que a mi postre le pusiera dos kilos de sal/ no hay salida, bajo el cielo austral aposté a los almuerzos compartidos pero ahora estamos partidos, en restaurantes diferentes, en tintos desplomados, simplemente con una espera que la piel no es capaz de tolerar/ soy un extraño que juega a rebelde, no hay risas, no hay perfumes que embriaguen y muestren una salida, un acento diferente, a ella no le importa, las canciones siguen pasando y el vinilo desapareciendo/ por ahora me quedo sin destino, sin vino, sin carta de navegación por que la entregue y la perdí/