.heatwave.

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Acá me tienen/ sin un salario/ gafas a medio lucir/ cabello corto/ dos pesos en el bolsillo/ y sin poder dormir/ mañana seré el octavo amante de una mujer que ama a Dalí y próximamente dirá “amen” en abril/ A veces se puede decir que he nacido en un pesebre y que luego, cuando son las doce, me quiero morir como si estuviera peleando una guerra civil/ sigo cantando y con ganas de escribir/ cada letra es un filo que corta cada gota de lluvia en tres/ la lluvia del desierto que nunca pinta la arena ni los labios sedientos/ es claro que no tengo talento ni para dormir/ el poder y la capa se fueron a la prendería en el ultimo intercambio, esas copas fueron relativas pero la resaca de ahora es absoluta/ mis letras no cuentan nada/ ni siquiera son capaces de transcribir fielmente la columna de opinión gastronómica del diario menos leído de esta ciudad/ no importa si me leen o no/ esa preocupación ocupa un lugar tan secundario como las carreteras de tierra y polvo de cualquier ciudad intermedia en Suramérica/ somos interesantes pero tenemos carreteras de arena a medio hacer/ a veces se puede hablar el mismo idioma, recorrer el mismo camino, saborear los mismos platos, y nada de eso impide que bailemos en la calle/ por varios años se espera la bendición de los padres y no ser uno más de la orquesta/ nada mas quimérico y absurdo/ la música de la vida siempre será la misma, siempre el sufrimiento tendrá la misma voz y la decepción el mismo sabor/ aunque ella fue la que traicionó y decepcionó, no fue ella, fue otra, fue una mujer paleolítica la encargada de la daga, que habita en nosotros y se esconde bajo nuestros propios cabellos/ ella se fue, es decir, uno volvió a uno mismo, a reconocerse en su propia miseria y felicidad que no es más que una copa de vino, de un vino que es regular pero que decimos que es bueno, en compañía de una compañía más o menos interesante/ por lo menos una compañía que no habla de mujeres preciosas, hermosas, divinas, ni de compromisos adúlteros, ni de trabajos sosos que tienen que hacer para que la sal y la pimienta no falten a la mesa/ hablo de esas compañías que saben degustar el sabor del aire y la textura de la ciencia de la melancolía/ con cada mirada, la vida se acaba/ tenemos un determinado numero de miradas tal y como el revólver tiene determinado número de disparos/ menos mal mirarse al espejo es un acto finito, de lo contrario, ver al mismo tipo, con ganas de triunfo y acumulador de derrotas, al final de estos ochenta años, sería un torpe maniquí puesto en una tienda de presagios y anhelos ajenos/ nadie quiere comprar la vida de nadie/ ni las deudas de nadie/ ni los despechos de nadie/ ni los fascinantes orgasmos de nadie/ cada piel que se ha tocado, cada mujer que se ha seducido, cada “si” y cada “no” se ha vuelto la tinta de la existencia de cada quien/ por eso “Love is like a heatwave”/