.vals.

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Una cuchilla, un perro, una habitación,
Dos viajes, dos alas para volar, dos sorbos para respirar,
Tres canciones para morder, tres cegueras y ninguna violación,
Un vago, un limón y un trago, una palabra y mi prisión

Un vinilo, la naturalidad del maquillaje de un disfraz,
Uno simula lentamente que es tímidamente feliz
Uno supone que las oraciones cambian un delirio por paz
Uno sabe que nunca ella de mi se va a enamorar

Una flor puesta sobre la mirada, la mirada sobre el yo,
Nada perfecto, nunca imperfecto, ciudad a tientas,
Locura violeta, cartas en la olla exprés, divagar y divagar
Encajes en la ropa interior, clases de hebreo para gente mayor

Heridas en estado normal, andar por la vida
Y creerse sujeto, y creerse alguien no violento,
Fumando una biblia de juguete, diciendo que “si”,
Persiguiendo el perfume de alguien feliz

Se extraña la ida, nunca la absurda venida
Y creerse de la vida el dueño, y creerse el afán de tener,
Y esperar un mejor sueño, y esperar nada a cambio de nada,
Ir con levedad y que la vida siga siendo una eterna caída, una sola suma

.adios año viejo. bienvenido mariachi. (uno)

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Hace dos años las rancheras y el mariachi eran tan solo un par de centavos en el bolsillo, eran un par de frases de gente enojada y maltratada por la vida, en la que el prejuicio de ser escuchada solo en cantinas y por gente de moral bastante flexible, era el discurso preferente de quien escribe estas letras. Sin embargo, después de leer las letras de José A. Jiménez, un par de tequilas, un dolor en el medio de pecho que llaman de mil maneras (cada quien bautícelo como quiera) y el perfume del último beso de la mujer que se amó, las notas melancólicas tocadas por aquellos personajes con bigotes, cobran otro sentido por completo. No me ha tocado recurrir a libros de autoayuda para superar el dolor en el pecho, la formula recomendable e infalible para pasar de un lugar a otro ha sido: Psicoanálisis y Mariachi. Es casi como mezclar a Almodóvar con Tarantino, y lo más sorprendente de todo, es que los “peros” en este tipo de ecuaciones no existen, la alquimia al sonar un guitarrón, un “teporocho” (que puedo ser yo), un tequila blanco, las calles de cualquier pueblo de Jalisco, un par de amigos dispuestos a ver al sí mismo llorar, puedo decir que es casi perfecta e infalible. .

.la ultima cereza.

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Tú última cereza
Y yo primera orquídea
De un beso ahogado
Y un respiro inconcluso

Las canciones agitan
Las calles transpiran
Lloras encima del corsé
Bailas en el funeral

Un pétalo de la orquídea
Es el mundo entero
De un homeless verdadero
Convertido en albacea

Todos podemos decir
“¡somos style free!”
Y la piel de la cereza
Queda muerta, queda seca

Medía orquídea
Cereza y media
Uno quita, otro se niega
Simple ecuación